9 de agosto de 2009

Escapando... (Parte 1 de 4)

i) Persecusión

La noche ha caído. La oscuridad reina por todos lados. Ni un alma ronda en estas calles. Calles por las que corro apresuradamente. Oigo pasos detrás de mí. Pasos que asechan, que me siguen.



Intento no perder el ritmo, tengo que encontrar un rincón seguro. “Daré vuelta en la siguiente esquina” pienso. Y lo hago. Un callejón sin salida. No hay escapatoria. Intento corregir mi movimiento. Freno mi carrera y doy media vuelta. Sin mirar el camino que recorrí, corro al lado contrario. Una calle larga, casi infinita se extiende frente a mí. Mi pecho duele. Es lógico, en una noche fría como esta, corriendo todo lo que puedo, no doy tiempo a que el aire que aspiro se caliente al entrar a mi tracto respiratorio. Aire frío, lo puedo sentir entrando en mi. Pero no puedo detenerme por eso. Seguiré corriendo hasta que logré perderte o me sangren los pies de tanto hacerlo. No quiero que me atrapes, no quiero que me atrapes hoy, ¡No te dejaré hacerlo!

He perdido la noción del tiempo. ¿Cuánto ha pasado desde que huyó de ti? No creo saber la respuesta, pero si pregunto seguro que tú responderías. Te siento detrás, a sólo unos metros. ¿Qué tanto debo correr para poder escapar de ti?



Sigo mi carrera. Ahora giro en esa esquina que, extrañamente me resulta familiar. Frente a mi hay un camino angosto, pero eso no me detendrá. Esta angostura, y estos edificios que me rodean. Pareciera que caerán sobre mí en cualquier momento. Caerán impidiéndome seguir huyendo. No deseo pensar en ello. Cierro los ojos. Mis malditos ojos.

Si. Ahora llegan a mi mente esos recuerdos. Fueron mis ojos los causantes de todo esto. Si. Fue aquella vez…

No, no puedo pensar en ello ahora. ¡Ahora no! Abro mis ojos, tengo que hacerlo. Si no esos recuerdos llegaran a mi otra vez y entonces cesaré de huir. Debo huir de ti. Sigo escuchando tus pasos, que escucho más cerca cada vez. Pero… ¿como es posible? Sé que tú no corres, sé que me sigues lenta pero atentamente. ¿Por qué en vez de alejarme de ti, te acercas? Repentinamente, el sonido de tus pasos desaparece.

Quiero mirar hacia atrás, pero aun tengo esa sensación de que si me detengo esta calle angosta será mi perdición. De que estos edificios que me rodean me atraparan por y para ti. Seguiré corriendo.

No oír tus pasos me alivia. Me alivia un poco. ¿Será que?… ¡Te has dado por vencida! Niego con la cabeza. Pensamiento estúpido. Eso es imposible. Seguro que te he dejado atrás, he puesto mucha distancia entre nosotras. Tanta que no te puedo oír. Si, seguro que es eso.

Sigo corriendo. Inesperadamente, veo al final de la calle un resplandor. ¡Luz! De seguro ahí encontraré personas, y ahí estaré a salvo. Una leve sonrisa asoma por mi rostro.

Veo el final de la calle cada vez mas cerca, mi carrera va disminuyendo involuntariamente de velocidad. Mi corazón se siente calido otra vez. Aun mi pecho me duele, mis pulmones siguen sufriendo por la carrera. Intento controlar mi respiración.

La salida de aquella angosta calle esta cerca. Unos pocos metros me separan de ella. Y aun sigo sin escuchar tus pasos. Mi mente empieza a corroborar mi hipótesis. “Te he dejado atrás. He escapado de ti”.

He dejado de correr, ahora sólo camino. Caminando cruzo la salida de aquella estrecha calle. La luz que ilumina aquella zona afecta mis pupilas, a las que intento proteger con mi brazo izquierdo. No quiero cerrar los ojos. Algo me dice que no los cierre. Siento un escalofrío en mi espalda. Algo no va bien.

En unos segundos mis ojos se han acostumbrado a la luz. Paso mi vista por aquel lugar. Es un espacio más o menos grande. Un espacio en forma circular, veo varias salidas hacia otras calles. En el centro del espacio hay una fuente, es una fuente simple, sin mucha ornamentación. Sin figuras, ni grabados, sólo una fuente con forma circular. Camino hacia ella… Mi ritmo cardiaco ha vuelto a la normalidad. Me siento aliviada. En una zona con tanta luz, seguramente no vendrá. Estoy a salvo.

Me siento en el piso, apoyando mi espalda en la fuente. Cierro los ojos. Puedo escuchar el agua que mana de ella. Puedo escuchar su caída y el choque que se produce con el agua estancada. Puedo escuchar ese pequeño ciclo que se produce a mis espaldas. Con la iluminación que hay en esa zona, es inútil voltear hacia el cielo e intentar ver alguna estrella. Esperaré en ese sitio hasta que amanezca. Hoy dejaré de ser tu prisionera. Lagrimas se escapan de mis ojos. Siento pena, tristeza y hasta nostalgia. Cuando amanezca correré aun más, y te dejaré muy atrás. Tu vida nocturna y tu descanso diurno te impedirá seguirme. Me perderé en ese mundo que odias. Y no volveré a verte.

Quizás intente ver a mi familia, a mis amigos, a personas que conozco. Pero seguramente será en el primer lugar que busques cuando anochezca de nuevo. ¿Los tomarás de rehenes para traerme de vuelta? A pesar de todo, los amo. Amo a mis padres. Si, aunque no lo creas no les guardo rencor por aquello. Era la salida más fácil que se les ocurrió. A fin de cuentas yo tenía que hacer algo por mi familia. Ellos hubieran perdido todo de no haberlo hecho. Eso lo entiendo bien. Y sé que aunque no cumplieron su promesa de liberarme pagando la deuda, me extrañan. Lo sé bien. Ellos no me abandonaron. No pudieron haber abandonado a su hija menor.

He empezado a sentir frío. Sonrío ante la idea de que al menos contigo nunca sentí frío. En ningún sentido. Tu presencia siempre me lleno de calidez. Tú siempre eras calida conmigo. Nunca sentí frío, nunca sentí soledad junto a ti. Ahora siento frío y me siento sola.

Puedo ver mi aliento en forma de pequeña nube frente a mí. Siento mis manos entumidas, como dormidas. Tal vez fue mala idea dejar de correr y sentarme cerca de esta fuente. Tal vez muera aquí antes de que amanezca.

¿Habrás dejado de buscarme? ¿Te habrás rendido? Tal vez pensaste que sería lo mejor. Dejarme huir, permitirme escapar. Dejar que me alejará de ti y dejarme sola...

A fin de cuentas es lo que deseaba, ¿no?...

¿Es eso lo que quería?...

Te debes haber aburrido de estas persecuciones sin sentido. Desde aquel día, aquel maldito día, no hago más que escapar de ti cada vez que me ofreces una oportunidad. Tú siempre me persigues serenamente. Con pasos tranquilos. Al principio, no podía correr más allá del bosque que rodea la mansión. Pero poco a poco fui reconociendo el camino. Conociendo atajos y sobretodo, un día encontré la salida a ese bosque, desde ese día nuestras persecuciones han sido en la ciudad. Me he vuelto veloz, escurridiza. Aunque esta es la primera vez que me alejo tanto de tus pasos. ¡No puedo escuchar tus pasos! ¡No puedo sentirte!

Unas lágrimas recorren mis mejillas. Se sienten calidas. Ese calor es el que necesita mi cuerpo en este momento. Y ahora sé que mi corazón es el que produce estas lágrimas. Desesperadamente me las quito de la cara. Intento no dejar huellas de ellas. Esas lágrimas no existieron.

No podía continuar contigo. Esa es la verdad. La única verdad que existe. Habiendo descubierto tu secreto era imposible continuar contigo. Te temía. A partir de ese día, el miedo hacia ti apareció y comencé a tenerte miedo.

¿Qué paso ese día?

No me hagas recordarlo. No quiero recordarlo.

¿Qué paso ese día?

No quiero recordar…

Continuará...

1 comentarios:

Yankii Heart dijo...

¿Que pasó ese día?
... ¡Demonios!... me dejas en suspenso XD

Esperare hasta que actualices X)

Publicar un comentario

 
Copyright 2009 Delirios Erráticos. Powered by Blogger Blogger Templates creado por Deluxe Templates. WP por Masterplan