6 de septiembre de 2009

My Dear Boy (01)



Un temible sonido inundó la noche. Aquella alarma de seguridad perturbó la silenciosa oscuridad y así, el descanso del vecindario se vio interrumpido. El caos qué se produjo después, no importaba. Sólo tenían que dejar el lugar lo más rápido que podían.

A pesar de estar en una situación tan riesgosa, el grupo estaba contento. El plan había sido un éxito, estaban satisfechos. Sólo era una misión de rutina. Entrar al lugar, ubicar lo que necesitaban, tomarlo y después salir. Era simple. Era aburrido.


Ellos necesitaban más emoción, así que activaron la alarma y salieron huyendo. Observaron como los guardias se veían entre sí confundidos, no estaban preparados. Era irónico, ya que se suponía que ese lugar era el que tenía la mayor seguridad de entre todos los pequeños edificios de esa empresa. Pensaron que sería divertido ver a los vigilantes en acción, pero resulto ser un fiasco.

Ahora estaban huyendo de aquel caos sonoro que podía volver loco a cualquier persona. A su paso y mientras el sonido de la alarma se intensificaba, los perros comenzaban a ladrar y a aullar, y las luces de los vecinos se iban encendiendo. Ellos estaban satisfechos.

De repente, su camino fue obstaculizado por un vehículo negro, cuya puerta fue abierta inmediatamente después de haber frenado enfrente de aquel trío. Sin dudarlo, subieron a bordo. Se cerró la puerta y tan veloz como llegó, así fue su partida. El caos repentino fue dejado atrás. A los pocos minutos, el silencio volvió a reinar, y el vecindario volvió dormir preguntándose si a la mañana siguiente sabrían lo que había ocurrido.

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En otro lado de la ciudad….

-¡Levanta las manos e identifícate!- Un guardia de seguridad levantaba la voz y con el arma que se le había confiado para realizar su trabajo, apuntaba temblorosamente al intruso.

Dije… ¡Levanta las manos e identifícate!- La persona que tenía enfrente, lejos de hacer caso, se preguntaba cómo podría salir de ese problema en el que se había metido. Después de unos segundos de espera, decidió que era mejor seguir las instrucciones del guardia. Lentamente levanto los brazos y dio vuelta.

Antes de poder pronunciar algo, repentinamente otras personas vestidas de negro invadieron la habitación. El guardia de seguridad estaba confundido, ya que miraba a un lado a otro mientras rodeaban al intruso. El intruso observó cuando uno de esos hombres se acerco al guardia mostrándole lo que el creyó su identificación y entablaron una conversación muy corta. Después de eso, el guardia guardo su arma y retrocedió dejando la habitación.

El intruso se sintió estremecer. Estaba rodeado de un grupo de hombres. No parecían guardias normales como el anterior. Parecían más bien, escolta oficial de algún hombre de negocios o de un político importante. La frialdad de sus rasgos lo hacía sentir asustado. Quería salir huyendo de ese lugar, pero aquellos hombres le apuntaban desde todas direcciones. Lo tenían rodeado.

-¿Dónde está?- soltó el que parecía el líder.

-¿eh? 

-¡No te hagas el idiota!- dijo, acercándose al intruso para acertarle un golpe con el arma en el rostro.

El intruso cayó de rodillas por el golpe y sintió algo cálido bajar por su rostro. Se llevó la mano a la mejilla derecha para descubrir que tenía una herida sangrante en la cabeza. Entonces dirigió una mirada furiosa a aquel tipo.

-¡Jamás te la daría de vuelta!- Grito histéricamente intentando levantarse. Antes de poder hacerlo, otro golpe le dio en el rostro, tirándolo al suelo.

-¿Es tu última palabra?- La persona de negro pronunció esas palabras retirándose los lentes, para después preparar su arma para la ejecución. Sólo recibió una mirada feroz de regreso. Eso lo provocó, pero antes de poder darle otro golpe, el intruso rápidamente tomó una mochila que estaba escondida detrás de un mueble y corrió lo más rápido que le fue permitido hacia la ventana, desde donde lanzó la mochila rompiendo el cristal. Esa acción tomó por sorpresa a aquellos hombres quienes sólo intentaron detenerlo disparando una lluvia de proyectiles.

En unos pocos segundos, la vida del intruso había llegado a su fin.

Algunos hombres vieron desde de la ventana a una figura desconocida coger la mochila antes lanzada y salir huyendo. Intentaron detener aquella figura con otra dosis de disparos. Sin embargo, no pudieron acertar lo suficiente para evitar la huida del desconocido. Otro grupo de hombres emprendió una rápida persecución, si tenían suerte podían coger al otro intruso en las proximidades del edificio. El líder, mientras tanto, dio instrucciones por radio, y al finalizarlas sólo lanzó una maldición al aire y descargó otro disparo al cuerpo sin vida que tenía a sus pies. 

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-¡Maldita sea! ¡Maldición! ¡Ah~!- profiriendo maldiciones y demás insultos, corría rápidamente al punto de encuentro. Intentaba concentrarse a las instrucciones que recibía por el comunicador que pendía en su oreja, ignorando todo lo que podía el tiroteo que le seguía. 

-Intenta concentrarte en huir, ya casi llegas al punto de reunión- una voz en el comunicador intentaba tranquilizarla.

-¿Cómo pudieron…?- respiraba agitadamente, intentando no recordar todo lo que había sucedido. Todo lo había escuchado por el comunicador que la conectaba con su senpai.

Al llegar a una esquina, un vehículo hizo su aparición con la puerta lateral abierta. La adrenalina la dotaba de mayor precisión en sus movimientos y también la hacía más veloz, así que sin dejar que el auto frenará, ella maniobró de forma asombrosa su cuerpo para poder introducirse en la carrera dentro del vehículo.

Una vez dentro, rompió en llanto debido a la impotencia que sentía por escuchar la muerte de su compañero.

-Tranquila, Fujimoto-san… No podías hacer nada para evitarlo- la consoló la voz del conductor del vehículo, mientras pisaba el acelerador. 

Continuará...


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