2 de febrero de 2010

Insomnio

Una vez más, aquí en la oscuridad de tu habitación, acaricio tu rostro suavemente, lo más suave que puedo ya que no quiero perturbar tu sueño.

Me he dado cuenta de que desde hace algunos días no puedo dormir después de haber hecho el amor contigo. El cansancio del día y de nuestra actividad nocturna debería ser suficiente para hacerme dormitar al tenderme a tu lado. Sin embargo, el sueño no llega a mí, y mi mente no puede descansar.

Las veces que despiertas inesperadamente de tu sueño no tardas en preguntar si hay algo que me preocupa, si estoy bien o si tengo hambre, mostrándome en tu rostro un gesto de preocupación y preguntándome silenciosamente, con esos hermosos ojos que posees, si puedes hacer algo por mí. Mis respuestas han sido variadas, desde un extraño silencio, hasta hacer que me prepares algo para comer a altas horas de la madrugada, o simplemente abrazarme a ti y no soltarte el resto de la noche. Sobra decir que siempre haces lo que pido, intentas darme lo que digo que necesito en el momento en que lo hago.

¿Por qué eres tan gentil conmigo? 

Muchas veces, en lugar de esas insípidas razones, he estado a punto de preguntar la causa de todo lo que me pasa. He estado a punto de hacerme daño a mí misma, buscando una respuesta al dilema que empaña mi mente en estas largas vigilias en las que me sumerjo.

¿Me amas? 

Y es que jamás has pronunciado esas palabras, esas palabras que he deseado escuchar desde siempre. Hace algunos años no me hubiera importado lo que respondieras, recuerdo haber hecho esa pregunta tres veces. Y tristemente, tambien recuerdo que no hubo alguna respuesta de tu parte. 

Incluso, es borroso el recuerdo de cómo me pediste ser tu novia. En serio que no juego cuando digo que quisiera que me recordaras ese momento. Ese momento supuestamente importante en nuestras vidas. Tú sólo sonríes, cambiando el tema de conversación, y entonces pienso que tal vez tú tampoco lo recuerdas. Para no hacerme daño, olvido el tema, que sin embargo, en estas noches de insomnio, en las que observo tu rostro iluminado por la tenue luz de la luna, esas palabras no dichas aparecen una a una en mi mente. 

Y no sólo son las cosas que no hemos dicho lo que me angustia. También llegan a mí, lo que dicen los demás. Dicen que hay alguien a quien quieres, alguien que no soy yo. Dicen que sólo juego contigo, o que eres tú la que juega conmigo. Dicen que sólo estás conmigo porque no puedes estar con esa otra persona...

¿Qué es verdad y qué es mentira? No lo sé. Y no lo quiero averiguar. 

Porque a pesar de la angustia y la intranquilidad en la que me hundo, es mejor saber que aun despiertas a mi lado, que aun me buscas, que aun tus besos me pertenecen, que aun me perteneces. Me conformo con estar a tu lado de esta forma, velando tu sueño y descanso a costa del mío. Quiero ser egoísta contigo, quiero ser tu dueña hoy y siempre y nadie lo impedirá, si puedo evitarlo. 

Y sin embargo… Sé que he jugado sucio. Sé que yo misma te he dado el pretexto perfecto para que me eches de tu lado. Te he traicionado tantas veces que ya he perdido la cuenta. Traicionarte se ha convertido en un hábito. Una horrible costumbre que me puede costar ésta felicidad fugaz que me inunda estando aquí a tu lado.

Pero a fin de cuentas, es tu culpa. 

Tu culpa… porque si no la mirarás de esa forma en que la miras, si no le sonrieras de esa forma en la que le sonríes, si no la trataras de esa forma en la que la tratas… si ella no existiera donde se supone que debería estar yo… Yo no sospecharía, no me angustiaría y sobre todo, no hubiera tenido que desquitar mis dudas de la forma en la que lo he hecho… 

Y sé que lo sabes. Has sido testigo de varios de mis deslices. Me reclamabas en un inicio; gritabas, llorabas y huías… Pero a pesar de todo, regresabas a mí cuando te tranquilizabas y haciendo el amor saciábamos nuestra ansiedad, y fingíamos que no había pasado nada.

En un inicio, me desconcertaba tu actitud. Tenía miedo de que me dejaras en algún momento, de que no soportaras más la situación. De que no me quisieras lo suficiente y te apartaras de mi lado. Pero… no lo hiciste. Incluso, empezaste a darme espacio. Ya no visitabas mi departamento, ni hacías preguntas sobre esos pequeños detalles que, de haber indagado, me delatarían, y sin embargo, aun me buscabas. Aun había sonrisas, caricias, besos y atención para mí. 

¿Por qué? 

No lo entendí, no lo entiendo y no lo entenderé. Y cuando me di cuenta más dudas comenzaron a golpear mi mente y la angustia fue creciendo. Haciendo de no serte fiel, un hábito malsano. Después, ya no fue sólo Aya...

De repente, me doy cuenta de que un nudo se ha formado en mi garganta, justo cuando tus ojos comienzan a abrirse. Doy media vuelta, dándote la espalda mientras espero que el nudo desaparezca. 

“¿Aun no duermes?”  

Adoro tu voz cuando recién despiertas. Sin pensarlo más e ignorando mi malestar, doy vuelta y me abrazo a ti. Tú me recibes rodeándome con tus brazos. Últimamente has adelgazado mucho, creo que necesito llevarte a comer yakiniku más seguido, río sólo de pensarlo. Gruñes al no saber de qué me rio. Y es entonces que sé que necesito un beso tuyo, así que busco tus labios con los ojos cerrados. 

Sin embargo, un “Tengo que hablar contigo” interrumpe mi trayectoria. Abro los ojos al notar el tono de tu voz. Y el miedo comienza a invadirme.

Te separas un poco de mi, levantándote y acomodando la almohada debajo de ti. Involuntariamente, me siento de rodillas observándote. 

-Debí comentarte esto desde la tarde, pero no sabía cómo empezar…- parece que huyes de mi mirada, algo va a suceder. Lo que sea que digas cambiará todo, ¿verdad? De alguna forma puedo sentirlo...


**********
El sonido de su móvil la despertó en la madrugada. Refunfuñando entre las sábanas, y buscándolo a tientas en el mueble al lado de la cama, Aya intento parar la estúpida melodía causante de su temprano despertar.

Como era costumbre, al contestar la llamada, reconoció de inmediato la voz de Miki. Y escuchando la explicación del por qué la llamada a esa hora, lentamente y a regañadientes, se levanto de la cama dirigiéndose a abrir la puerta de su departamento para recibir a su visita. 

**********

Desnudas entre las sábanas, aun despiertas y contemplando la luz del amanecer que empezaba a invadir la habitación. Aya y Miki mantenían entrelazadas sus manos observando el techo de la habitación, mientras conversaban susurrando: 

-¿Por qué aun sigues con ella si siempre terminas aquí?- preguntaba casi distraídamente Aya, sabiendo de antemano que ese era un tema delicado. 

-Ni yo puedo entenderlo.- respondió Miki cerrando sus ojos, y emitiendo un amplio y profundo bostezo. Aya no se esperaba respuesta alguna, así que no pudo evitar voltear a ver a su acompañante con un poco de sorpresa. Por lo general, esa pregunta sólo tenía silencio como respuesta.

-Um… ¿Cuánto tiempo llevan juntas ya? – Aya siguió preguntando.

-Bastante…- fue la apática respuesta. Miki no estaba con humor de hablar después de todo. Pero a pesar de haberlo notado, Aya quería seguir intentando. 

-¿No crees que sería mejor dejarlo ya?…-. Miki se incorporó, soltándose de la mano de Aya, y se sentó en la orilla de la cama con la cabeza baja. Aya supo en ese momento, que definitivamente su visita no estaba para sermones esa noche, y que quizás había tocado el tema descuidadamente. Tratando de remediar su error, la abrazó por detrás y susurró: 

-No me gusta verte así… me duele verte así…-

El sonido lejano del móvil de Miki interrumpió el momento, haciendo que su dueña fuera de inmediato a él. Aya intento detenerla sin lograrlo y se quedó sentada en la cama, escuchando trozos de la conversación proveniente de la habitación contigua. Miki estaba haciendo planes o es lo que creyó oír. Posiblemente se tratara de Yossi. Suspiro entre aliviada y resignada, metiéndose entre las sábanas.

A los pocos minutos, entró Miki a buscar su ropa. Se vistió rápidamente. Dio un beso en la frente a Aya y se despidió. Aya sólo se resignó a seguir durmiendo. A fin de cuentas, Miki siempre regresaba a ella. 

*********

Han pasado meses desde que dijiste que esto sucedería. Meses desde que mi felicidad fugaz se convirtió en un remolino de más angustias e inseguridades. Quisiera haber podido detener el tiempo aquella vez, y no haber huido aquella noche de tu lado, no haberte dejado esperando hasta hoy en la noche, en la que me has dicho que tienes algo importante que hablar conmigo. 

No mentiré, tengo miedo.

Desde esa noche en la que me dijiste que te graduarías, no he podido dejar de preocuparme.  
Frente a las cámaras todo es perfecto, te sonrió y me sonríes, te abrazo y me abrazas. Pero, después de que la última cámara se apaga, te ignoró y tú ya no me buscas. Nuestros encuentros se fueron haciendo distantes y más pasionales de lo que ya eran. Ya no nos abrazamos después de haberlo hecho. Ya no hablamos. Ya no me acompañas en mis constantes vigilias, sólo duermes o finges dormir a mi lado… justo como ahora.

Tengo ganas de despertarte, y deshacerme de la ansiedad de tener que esperar hasta ésta noche. Esta noche dejarás de ser una Morning Musume, y te alejarás aun más de mí, pues sé lo que vas a decirme.

Quiero y no quiero esperar.

Tal vez debería irme a mi habitación, necesito descansar un poco. Después de todo, un concierto necesita de mucha energía. Me levanto de la cama, y con la vista busco la llave de mi habitación, mientras recojo mi ropa tendida en el suelo. Me visto rápidamente y me dirijo a la salida del cuarto. Pero antes de poder llegar a la puerta, el sonido de tu móvil me detiene. Preguntándome quien será, ya que falta demasiado para que amanezca, intento llegar a él para contestar, mientras tú gruñes por tu sueño interrumpido.

Sonrió al verte intentando despertar. Tomo el móvil y antes de presionar la tecla para responder, en la pantalla aparece el nombre de quien habla. Ahora, después de leerlo, sólo quiero aventarlo por la ventana. Pero me contengo y contesto.

-¿Um?- no me limito en el tono, dando a entender que estoy molesta por la llamada.  

La voz de ella titubea, supongo que no se esperaba que yo contestara. Después de saludarme apropiadamente, pregunta por ti. Guardo silencio y pienso en las posibilidades. Sin embargo me percato de tu mirada inquisidora y la oigo preguntando si aun sigo ahí. Estoy atrapada. Lo que sea que haga hará que me sienta mal. 

Volteando la mirada te tiendo el aparato. Te veo levantarte de la cama mientras contestas. El tono de tu voz ha cambiado, ese tono que nunca me dirigirás a mí hace su aparición. Esa sonrisa que no me pertenece me hace pensar que estoy de más ahí, y entonces recuerdo que esta noche hablarás de algo importante conmigo. Algo que cambiará todo. 

Unas lágrimas caprichosas aparecen en mi rostro, haciéndome ver que es mejor retirarme. Aproximándome a la puerta, te aviso que estaré en mi habitación, me despides haciendo un gesto con tu mano sin voltear la mirada en mi dirección. 

¿Por qué has cambiado tanto conmigo? 

*********

El concierto terminó. Lo logré, no derramé ni una lágrima. No me venciste. Ahora sólo tenía que esperar. Pero, ya que algunos ex miembros vinieron hasta el hotel para una pequeña celebración, te quedaste con ellas. Por suerte, ella no vino. Así que excusándome en el cansancio del día, pude escaparme de estar en tu presencia agonizando por lo que vendría. 

Ahora, aquí en mi cama, sin poder conciliar el sueño, vuelvo a pensar en todo lo que ha ocurrido en los últimos días, meses y hasta años, los errores cometidos, las experiencias compartidas y como ella se metió entre nosotras. Pero… ¿realmente fue así? 

Cubriéndome la cabeza bruscamente con la almohada intento asfixiarme para dejar de pensar y poder descansar de una buena vez. Sin embargo, el sonido de alguien llamando en la puerta, hace que deje de respirar, que mi corazón se acelere y sobretodo que el miedo a perderte una vez más me invada. Observo el reloj. Pasa de la media noche, así que sólo puedes ser tú.

¡No quiero verte! ¡No quiero hablar esta noche! No abriré. Quiero evitar verte esta noche.

Fingiendo estar dormida, espero que desistas de hablar conmigo hoy. Mi móvil comienza a vibrar. El miedo recobra fuerza en mi interior, mitigándose sólo al recordar que lo puse en modo silencioso antes de empezar a intentar descansar. La vibración se detiene, los pequeños golpes en la puerta ya no se escuchan, y el aviso silencioso de un mensaje que llega me anuncia que te has dado por vencida hoy.

Me alegra que hayas recuperado el sueño.  
Hablemos cuando despiertes. 
Dulces sueños.  
Yossi. 

Y sin poder evitarlo, una a una, las lágrimas comienzan a caer en la pantalla, empañando mi visión y haciéndome sentir un profundo dolor en el pecho. Tú amabilidad duele. Tu comprensión hiere. Tu gentileza lastima. Quiero que te alejes, sin que tengas que hablarlo conmigo primero.  

Sin pensarlo más, tomo mi decisión. Y unos minutos más tarde, hago una llamada a mi agente avisando que dejaré temprano el hotel. Para después colgar y hacer una llamada más. Una llamada a un número recientemente conocido… 

- ¡Hola! ¿Shouji…? Voy camino a Tokio, ¿podemos vernos…? Tal vez tú puedas ayudarme con mi insomnio…- y mientras digo esas palabras, no puedo evitar derramar más lágrimas.

6 comentarios:

Panda dijo...

O.O

OMG!!

adoro tus fics!!

ojala publique mas seguido mira que la espera me mata XD

cuidate!

Miki IV dijo...

¡Hola Panda!
Gracias por dejar comentario.
Y créeme que publico lo más seguido que puedo... x3
Pero intentaré esforzarme más ò_ó
Cuidate tú tambien :)

Midoro dijo...

OH!!! O.O que gran historia pobre Yossie y Miki..... MIKIIV tus historias son mi droga me encantan <3

Miki IV dijo...

>_< no! Midoro las adicciones son malas xD
Por eso todo con medida <_< incluso mis fics xD

¡Gracias por pasarte por el blog *-*!
¡Es genial tener a alguien más leyendo por aqui!

¡Saludos!

Midoro dijo...

esta adiccion es buena xD

Gab98 dijo...

wow, sin duda este es de mis favs!! me encanta el miki x yossie y tambien el aya x Miki asi que ame esta historia,y como dice midoro me estoy empezando a endrogar jaja

Publicar un comentario

 
Copyright 2009 Delirios Erráticos. Powered by Blogger Blogger Templates creado por Deluxe Templates. WP por Masterplan