14 de abril de 2010

Baile sádico (02)


A la mañana siguiente...
 
Moviéndose inquietamente entre las sabanas, su cuerpo comenzó a despertar, con un poco de más velocidad que su mente, la cual parecía estar sumida en un leve aturdimiento provocado por la falta de sueño y energía. Incorporándose un poco, hasta quedar sentada sobre la cama, se estiró dejando que sus músculos comenzaran a desentumirse y después, a activarse.

Poco a poco permitió que sus ojos pudieran apreciar la levemente iluminada habitación, dándose cuenta a los pocos segundos de haberlos abierto, que no se hallaba en un lugar conocido. Ese lugar era nuevo para ella.



Si bien las cortinas podían cubrir parte de la luz matutina que pretendía entrar por la ventana, el color de las paredes de la habitación ayudaba de forma eficaz a su iluminación. Pudo ver claramente cada rincón, cada mueble, e incluso cada objeto en ellos. Así fue como descubrió unas prendas de vestir que le resultaban familiares colocadas en forma casual pero ordenada en un mueble cercano a la ventana.

Su mente aun parecía dormitar, impidiéndole el acceso a cualquier recuerdo que le ayudara a entender la situación, o simplemente, a saber cómo había llegado ahí. Aunque no era que se preocupara mucho por ello, después de todo, no era raro haber descansado en un sitio que no era el suyo.

La pequeña alarma de un reloj marcando el inicio de una nueva hora llamó su atención, y volteando hacía uno de los muebles cercanos, su vista enfocó un porta-retrato colocado boca abajo. Inconscientemente, alargó el brazo para tomarlo. Fue una curiosidad involuntaria la que provocó esa acción, ya que su mente aun no le permitía formular una orden lógica.

La imagen en el porta-retrato mostraba dos hermosos rostros adornados con una bella sonrisa cada uno. Eran dos chicas, abrazadas de forma más que amistosa, según creyó observar. Con su mente un poco más activa, reconoció a una de ellas, y en cuanto lo hizo, lo recordó todo.

Nuevamente, e invadida por una considerable excitación, pasó la vista por toda la habitación, y en esta ocasión, no tuvo duda de que la ropa sobre aquel mueble le pertenecía. Confirmándose segundos después, al notarse a si misma desnuda bajo las sábanas.

Una sonrisa tonta apareció en su rostro, y tirando su cuerpo hacia atrás, rió levemente. Alargó ambos brazos acariciando la cama en la que se encontraba, para después dar vuelta y frotar su rostro con la almohada, disfrutando del aroma que emanaba.

Dejó reposar su cuerpo relajadamente, hasta el punto de querer sumirse nuevamente en la tierra de los sueños. Sin embargo, súbitamente apareció una pregunta en su mente: "¿Dónde está ella?", e incorporándose, salió de la cama.

La frescura de la mañana envió un escalofrío a su cuerpo, lo que le recordó su falta de vestimenta. Un leve sonrojo llego a su rostro, cuando unas imágenes de la noche anterior cruzaron su mente.

Saliendo de su trance, decidió que era mejor ponerse algo de ropa. No tardó en colocarse la ropa interior, la camiseta y los pantalones. Sin embargo, descubrió que una de sus prendas estaba extraviada. Comenzó a buscarla por toda la habitación. Buscó debajo de la cama y los demás muebles, incluso entre las sábanas. Dio un vistazo al baño anexo, sin resultado alguno. Y volviendo a repasar cada sitio, se detuvo en el centro de la habitación, cruzando los brazos. 

Una creciente sensación de impaciencia comenzaba a palpitar dentro de ella, por lo que decidió abandonar la búsqueda, y se dirigió a la puerta. Antes de girar la manija, respiró hondo y trató de prepararse mentalmente.

Abriendo lentamente la puerta, casi sin provocar ningún ruido, dio un paso fuera descubriendo una habitación aún más iluminada. En contraste con el dormitorio, esa habitación contaba solamente con un sillón de piel color negro, frente al cual se hallaba un televisor de pantalla plana puesto en un canal con las noticias matutinas, a volumen razonable. En una esquina se encontraban un montón de cajas de tamaño mediano, embaladas. Al parecer la dueña del departamento se había mudado recientemente o bien, se preparaba para abandonarlo.

El ruido producido por la caída de un objeto metálico llamó su atención, y se dirigió rumbo al siguiente apartado de la gran habitación, lo que podía apostar que sería la cocina.

La aparición repentina de una persona en su campo de visión, la hizo tragar saliva trabajosamente, y notó como sus nervios comenzaban a alterarse. Volvió a tomar aire profundamente y dio un paso más hacia adelante.

La otra persona se encontraba de espaldas, totalmente absorta en lo que estaba haciendo.

No sabía cómo debía abordarla, no sabía que decir ni que hacer. Realmente, no se reconocía a si misma bajo esa imagen insegura e indecisa que estaba apareciendo en esos momentos. Se regañó mentalmente, tratando de darse valor al recordar, que después de todo, esa era la chica con la que había pasado la noche,

Aún no se preparaba del todo cuando la descubrió frente a ella, en el marco de la entrada a lo que suponía ser la cocina. En el momento en que la descubrió mirándola, su corazón se detuvo y respirar se volvió difícil.

Verla sin maquillaje, con el cabello un poco alborotado, sin alisar, y sobre todo, descubrir que vestía la prenda que creyó extraviada, le hizo perder el aliento una vez más.

-Buenos días...- dijo aquella chica dirigiéndose a la mesa del comedor que estaba a un lado suyo, colocando lo que creyó era el desayuno. Sólo pudo seguirla con la mirada, admirando lo bien que se veía con su camisa a medio abotonar, sus piernas totalmente desnudas y sus pies descalzos. Su mente le jugó una mala broma al desear que no tuviera nada más debajo de aquella camisa blanca. Y de nuevo, algunas imágenes de la noche anterior aparecieron en su cabeza, y súbitamente sintió como la sangre subía por sus arterias directo a la cabeza. Y mientras eso sucedía, su anfitriona se acercó a ella y la sorprendió con un fugaz y suave beso en los labios, alejándose después con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

Respondiendo al saludo, Yossi sonrió ladeando la cabeza tímidamente, a la vez que caminaba tras  la chica. Y recargada en el marco de la puerta, la vio seguir sirviendo lo que había preparado para desayunar.

- ¿Qué prefieres jugo, leche…? – Le preguntó mientras abría el refrigerador, añadiendo después -¿…o café?- señalando con un movimiento de su cabeza la cafetera en funcionamiento. De alguna forma, Yossi no pudo contenerse a algo que estaba creciendo dentro de sí, y sin siquiera pensarlo terminó por actuar, y acercándose a ella con precisión suficiente para acorralarla junto al refrigerador, volvió a probar sus labios. Y de nueva cuenta, el tiempo se detuvo, mientras se sumergía en aquel pequeño delirio.

Oyó un lejano sonido de una puerta cerrarse ruidosamente, pero estaba tan concentrada en el contacto que no le importó. Y unos segundos después, justo como la noche anterior, volvió a sentir un agarre por la espalda y se sintió empujada hacia un lado. En cuanto enfocó la vista volvió a cerrar los ojos al ver un puño acercándose a su rostro. Sintió el impacto, y sintió chocar con algo por el empuje. Lanzó un pequeño gemido de dolor. Y después, sólo escucho gritos.

Cuando pudo recuperarse de todo eso, observó al intruso, o más bien intrusa, discutir airadamente con su acompañante. No tardó en darse cuenta de que aquella chica que la había golpeado era la otra parte de la fotografía que había visto en el dormitorio. E inmediatamente asoció todo el lio con un problema de pareja y, ¡diablos!, ella estaba en medio.

Las chicas se movieron hacia el salón de al lado, al mismo tiempo que se iba poniendo peor la discusión. Yossi no sabía qué hacer, y quedarse ahí en la cocina comenzó a parecerle la mejor opción, al menos hasta que la pareja se tranquilizara un poco. Sin embargo, las palabras que escuchaba no eran muy agradables y definitivamente no presagiaban un buen final. Observándolas de reojo, lo vio. Vio lágrimas en aquel hermoso rostro, e inmediatamente sintió dolor de verla así. ¿Dónde estaba, en ese momento, aquella chica que rebosaba seguridad y carácter la noche anterior?

El sonido de una bofetada la hizo despertar, y decidió que lo mejor era intervenir, llegando justo a tiempo para detener a la intrusa de responder violentamente.

-Será mejor que te vayas.- le dijo mientras sostenía el brazo que había levantado para herir a la chica frente a ella.

-No te metas. Tú no tienes nada que ver en esto…- Sus ojos fríos parecían querer traspasar a Yossi, quien no se inmutó, sosteniéndole la mirada, como esperando un motivo para vengarse del golpe anteriormente recibido.

-Vete, Erika…-- fue un pequeño murmullo, apenas audible, pero hizo que Erika tragara saliva, al tiempo que se liberaba del agarre de Yossi.

-Me voy. Pero aun no hemos terminado de hablar.-  Sentenció antes de salir del departamento.

Apenas escucharse el estruendo de la puerta cerrándose, Yossi se acercó queriéndola confortar o al menos preguntar si estaba bien, pero no sabía que decir, ni mucho menos que hacer, así que terminó por sentarse en el sofá esperando a que le dijera que se fuera o algo. como eso Sin embargo, lo único que no se esperaba sucedió, ella se sentó a su lado y apoyando su cabeza en su hombro comenzó a llorar. Yossi la abrazó con ambos brazos, y la dejó desahogarse hasta que no pudo más.

2 comentarios:

Panda dijo...

hola!

ke bien al fin noticias tuyas, creo ke baile sadico ya sera una nueva historia larga tuya.

espero que pronto nos deleites con otro cap.

cuidate,bye

Miki IV dijo...

¡Gracias por seguir por aqui, Panda!
Disculpa por la tardanza.

Y si, Baile sádico se convirtió en historia corta de varios capítulos. Espero que sea de tu agrado.
Trataré de actualizar pronto.

¡Cuidate tú tambien!

E insisto ¡Gracias paseandote por este blogcito!

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